El negocio de los búnkeres de lujo ante el “fin del mundo”

  • La pandemia y el cambio climático apuntalan la demanda de refugios subterráneos enfocados a la supervivencia
  • “El objetivo no es construir una ratonera, sino un lugar resistente donde la gente pueda vivir tranquila y segura”
El negocio de los búnkeres de lujo ante el “fin del mundo”

Un almacén de misiles nucleares convertido en viviendas de supervivencia de lujo. La seguridad de un búnker y la vida de un completo resort”. Con esa descripción se presenta Survival Condo, una instalación bajo tierra que a modo de edificio comunitario ofrece viviendas de lujo para todas aquellas personas preocupadas por un futuro en el que la supervivencia en la superficie terrestre no sea posible.

La idea es digna de una película de ciencia ficción o un novela distópica, pero se trata de una realidad presente en nuestra sociedad desde hace varios años. Construido por el empresario Larry Hall y finalizado en 2011, Survival Condo ofrece una suerte de urbanización vertical en Kansas a casi 100 metros bajo tierra, diseñada para alojar a 75 personas durante más de cinco años. Para ello, cuenta con todas las comodidades: aulas, cine, piscina, biblioteca, supermercado o centro de atención sanitaria. También hay bar, rocódromo, parque para perros o un campo de tiro.

El precio de las viviendas en Survival Condo oscila entre los 1,5 y 4,5 millones de dólares

Aparentemente no parece un mal lugar en el que refugiarse ante la próxima catástrofe que atormente a la raza humana. El único inconveniente es que, probablemente, una estancia de estas características solo se la pueda permitir el 1% de la población. Y es que una unidad residencial en estas peculiares instalaciones cuesta desde 1,5 millones de dólares -para los alojamientos pequeños 85 metros- hasta los 4,5 millones dólares -para viviendas de dos niveles de 300 metros cuadrados-. A pesar del elevado precio, el primer Survival Condo está cerca de llenar sus plazas y la empresa se dispone a desarrollar una segunda instalación.

Todas estas viviendas subterráneas se encuentran perfectamente equipadas. En el caso de los apartamentos pequeños, con capacidad para 3 o 5 personas, cuentan con hasta dos dormitorios, baño, cocina y salón. Entre los electrodomésticos destacan la televisión, la cocina de acero inoxidable, refrigerador, bañera de hidromasaje, lavaplatos, lavadora o estufa. Además cuentan con un sistema de cámaras de seguridad de circuito cerrado, detectores de humo y acceso a internet o cerraduras biométricas. También tienen ventanas que simulan vistas exteriores "realistas" con diferentes niveles de luz para reflejar la hora del día, creando una experiencia de vida normal como si estuviera sobre el suelo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Durante la Guerra Fría en Estados Unidos se construyeron decenas de silos para guardar armas nucleares, y ahora, a la luz de una creciente paranoia provocada por la pandemia, los ciberataques o el terrorismo, decenas de empresarios están adaptando y transformando los que todavía existen para satisfacer las necesidades de una élite asustadiza. "Creemos que, dadas las condiciones económicas mundiales actuales, la evidencia histórica de desastres y las señales obvias de los cambios climáticos globales; es prudente tener un “plan de desastre” en caso de que se dé la necesidad", aseguran en su web oficial. Es más, Survival Condo cuenta con una copia de seguridad de los principales datos de Google, para que pudieran consultarse incluso cuando la red hubiese dejado de existir.

La fiebre del búnker

Lo cierto es que la supervivencia de lujo se ha convertido en auténtico mercado al alza. La compañía Vivos, especializada en el diseño y construcción de búnkeres de supervivencia, cuenta con un refugio para 5.000 personas en Dakota del Sur, al que durante la pandemia se mudaron dos docenas de familias; otro para 80 personas en Indiana, y está actualmente desarrollando un refugio para 1.000 personas en Alemania. En su red mundial de refugios subterráneos, la empresa también ha instalado un búnker para 300 personas en una isla al sur de Nueva Zelanda.

Estos espacios están equipados para un mínimo de un año de supervivencia autónoma de cara a sobrellevar posibles eventualidades. Poseen un sistema de generación de energía eléctrica, baterías de repuesto, sistema de filtración de aire y de eliminación de aguas residuales. Las viviendas se encuentran completamente amuebladas, así como las zonas comunes, e incluyen abundante suministro de alimentos, combustible y medicamentos. Vivos realmente proporciona todo lo necesario para la seguridad autónoma, la comodidad y el bienestar de cada uno de los miembros copropietarios que habitan nuestros refugios”, explican en su página web. El precio de una plaza en un refugio para 80 personas alcanza los 35.000 dólares por persona.

Algo similar sucede en el caso de Rising S Company, una empresa especializada en refugios subterráneos para bombas, tormentas o salas de seguridad, y que se enorgullece de emplear materiales y recursos 100% americanos. En este caso, se trata de instalaciones de acero prefabricadas y personalizables según las especificaciones únicas de cada cliente. En el catálogo de esta empresa, se pueden encontrar desde un mini-búnker por 39.500 dólares hasta un búnker de lujo con bolera, piscina, gimnasio y sala de juegos incluidos por 8,3 millones de dólares. Aseguran que las ventas de la compañía han aumentado un 300% solo desde las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos.

No obstante, aunque la demanda de refugios está aumentando considerablemente, esta varía mucho según el país, tal y como nos explica Alfredo Muñoz, arquitecto de Abiboo Studio. “En Estados Unidos existe una cultura subyacente propicia para los bunkers. Sin embargo, en Europa Occidental, la idea de estar preparado para un posible cataclismo no está tan extendida”. El acceso recursos financieros, la cultura subyacente y los entornos geopolíticos son factores esenciales para predecir la demanda de este tipo de construcciones. El estudio ha concebido DBX combinando su experiencia en espacios residenciales con la procedente de la arquitectura espacial, creando así una nueva forma de acercarse a la “arquitectura de la supervivencia”.

Se trata de un búnker de lujo en Carolina del Norte diseñado como una vivienda secundaria autosuficiente, que cuenta con 1.200 metros cuadrados preparados para alojar a un máximo de diez personas. Está concebida en módulos que rodean un jardín de cultivo hidropónico y un pequeño invernadero para el cultivo de vegetales. La electricidad se produce a partir de un grupo electrógeno conectado a una reserva de combustible, aunque también dispone de apoyo energético mediante geotermia y acumuladores de biomasa. El agua se extrae del subsuelo y pasa por un sistema de filtración y luz ultravioleta que mata las bacterias.

Los refugios de supervivencia también en España

Aunque parezca que la "fiebre del búnker" solo afecta al mercado estadounidense, no hace falta cruzar el océano para encontrar empresas especializadas en este tipo de construcciones. En Bunkeralia, con sede en Zaragoza, ofrecen búnkeres NRBQ, preparados para desastres nucleares o ataques biológicos; Refugios TTH, con protección frente a tormentas, tornados y huracanes; y búnkeres de víveres, para garantizar el abastecimiento de alimentos durante un periodo mínimo de 6 meses. José María, CEO de la compañía, nos asegura que la demanda de sus servicios ha crecido entre un 30% y 40% desde el comienzo de la pandemia.

Sin embargo, nos explica que el coronavirus es el motivo menos significativo de los que presentan los clientes a la hora de contratar estos servicios, aunque entre los requerimientos más solicitados se encuentra el equipamiento contra virus y bacterias. En nuestro país, los ciudadanos también tienen miedo de los posibles accidentes nucleares, las catástrofes derivadas de cambios climáticos y, sobre todo, la falta de abastecimiento de comida y bebida y las revueltas sociales que esto pueda ocasionar. En definitiva, existe el temor al colapso del propio sistema y a la consecuente reacción violenta y desesperada de los individuos.

Según nos explica Dante Vicino, Executive Director de The Vivos Group, los clientes entienden los búnkeres como un plan B para asegurar su vida. "La gente está sintiendo que el infierno está a punto de estallar, desde Corea del Norte hasta el Medio Oriente, y el potencial de la Tercera Guerra Mundial con Rusia y China", asegura. "Muchos prevén el potencial real de otra plaga, un colapso económico, cambios importantes en la Tierra potencialmente causados ​​por fuerzas cósmicas, incluido nuestro propio Sol, y los impactos de asteroides". Por ello, las consultas y solicitudes en esta compañía han aumentado más de un 1.000% año tras año y las ventas se han incrementado más del 400% y crecen exponencialmente.

Una parte de la ciudadanía teme el colapso del sistema

Esta es la visión que comparte también Francisco Marquez Romero, Propietario de Underground Building, compañía especializada en la construcción de búnkeres. También ha percibido un incremento significativo de la demanda a raíz del coronavirus y asegura que está trabajando en proyectos en Galicia, País Vasco, Barcelona y Madrid. La gran mayoría de quienes solicitan los servicios de su compañía buscan una segunda vivienda en la que mantener a sus familias a salvo de “lo que hay ahí fuera, en un sitio apartado y preparado con todo lo que se necesita para sobrevivir”. Los clientes que ya cuentan con un refugio lo avituallan con alimentos, ropa y pequeños utensilios y dispositivos, de tal forma, que el espacio pueda ser cómodamente habitable ante un desastre.

En este sentido, las empresas del sector tratan de alejarse del prejuicio y la idea generalizada de que los refugios y los búnkeres son solo para temerosos irracionales. "No buscamos locos por la supervivencia estereotipados en las películas, sino personas con ideas afines con el deseo de brindar cuidado y protección a su familia”, explican desde Survival Condo. “Buscamos personas con los recursos económicos, el interés, la educación, la experiencia y el deseo de participar en las tareas compartidas de supervivencia en circunstancias difíciles. Queremos personas con buenos valores y evaluaremos a los solicitantes en busca de antecedentes penales”.

La misma posición adoptan desde Vivos subrayando que el perfil de comprador está lejos del concepto de rico excéntrico. "Nuestros miembros no son ni "preparadores" ni la "élite del 1%", sino personas bien educadas con una gran conciencia de los eventos globales actuales y un sentido de responsabilidad", nos explica Dante Vicino, Executive Director de The Vivos Group. "Saben que deben cuidar y proteger a sus familias durante estos posibles eventos y tiempos catastróficos". Según explican, el perfil económico es diverso, así como el rango de precios de los productos.

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Más allá de los aspectos arquitectónicos, este tipo de diseños incluyen la planificación de la protección física, las consideraciones psicológicas, el fomento de los elementos colectivos o la aplicación de tecnología avanzada. Por eso, y a pesar de la sensación de angustioso aislamiento que este tipo de construcción pueda generar, estas compañías tratan de poner en valor el sentimiento de comunidad, la colaboración y la cooperación. La idea es que los posibles habitantes de espacios como el de Survival Condo o Vivos formen una suerte de familia donde se compartes responsabilidades en materia de seguridad, mantenimiento de las instalaciones, funciones de alimentación y atención y cuidados mutuos.

Con todo, la seguridad es el principal terreno de posicionamiento para este tipo de negocios. Es más, en Underground Building consideran que es precisamente este elemento el que justifica los elevados precios de estas construcciones. “El principal problema es que la gente se piensa que son baratos, pero son caros por cuestiones de protección, filtros, materiales de aislamiento de primera calidad, mantenimiento y seguridad”, comenta Francisco. “El objetivo no es construir una ratonera, sino crear un lugar resistente y perdurable donde la gente pueda vivir tranquila y segura”.

A este respecto y como parte de esa garantía de seguridad, resulta habitual que estas empresas trabajen con contratos de confidencialidad para proteger la ubicación de los búnkeres de los cliente, así como su identidad e información personal. Así, además del diseño y construcción de instalaciones, Bunkeralia ofrece entre sus servicios la búsqueda de terrenos para cumplir con el mayor número de parámetros de seguridad y ocultamiento de cara la instalación del refugio.

¿Capitalismo de la conspiración?

Aunque el sector de los refugios de supervivencia está en auge, son conscientes de que se trata de una actividad que despierta recelos entre gran parte de la población. Una de las principales críticas a las que se enfrentan es la de aprovechar el contexto de miedo, incertidumbre y desasosiego para hacer crecer sus negocios, en una corriente que ha comenzado a denominarse como “capitalismo de la conspiración”. Las conspiraciones en sí mismas constituyen un mercado importante en el que pueden encontrarse libros, conferencias e, incluso, merchandising.

"No participamos de ninguna corriente ideológica, política o conspiradora"

Es la misma dicotomía que rodea a las alarmas de seguridad y las acusaciones de generar corriente de pensamiento en torno a los robos y las ocupaciones. Los proveedores de búnkeres sostienen que no están creando el miedo, porque este ya está presente, sino que lo están resolviendo. “No participamos de ninguna corriente ideológica, política o conspiradora. Ofertamos un producto que se ha ofertado durante años”, apunta José María (Bunkeralia).

El CEO de la compañía explica que llevan a cabo una revisión exhaustiva de los artículos y noticias que comparten, ya que no es su intención "asustar a nadie para que acceda a nuestros productos”. Es más, la empresa no lleva a cabo ningún tipo de estrategia comercial o de promoción para sus servicios, y en su página web tan solo figura un teléfono y correo electrónico de contacto, y un perfil en LinkedIn. Además, el equipo de Bunkeralia, formado por ingenieros, psicólogos y médicos, tiene esta actividad como área terciaria de ingresos. “No vivimos del búnker. No invertimos tiempo en intentar convencer a nadie. No queremos crear miedo”.

En un contexto de desconfianza, crispación y temor, todo apunta a que la competencia en la industria de las construcciones subterráneas continuará creciendo, especialmente en un corto y medio plazo que se aventura marcado por el coronavirus. “Algunos solo querrán ganar dinero, porque donde hay dinero es donde van los negocios”, opina Francisco (Underground Buildings). “Los consumidores señalarán a quienes trabajen mal, mientras que quienes lo hagan bien serán los que crecerán con las espaldas cubiertas”.

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Con todo, lo cierto es que es posible que cierto elementos de los refugios y búnkers subterráneos trasciendan a la arquitectura post-covid, que buscará mayor flexibilidad y contacto con la naturaleza. Aunque serán más frecuentes los modelos de vivienda de planta libre, con espacios neutrales que se amolden a las necesidades de cada momento, se buscarán formas de traer lo natural al interior. “En DBX, el invernadero hidropónico se convierte en el corazón de la vivienda que compensa lo inhóspito de una construcción completamente enterrada y garantiza el bienestar emocional de los habitantes”, explica Alfredo Muñoz (Abiboo Studio).

Además, el arquitecto ve extrapolables algunas de las soluciones propuestas en este tipo de construcciones para otros tipos de arquitectura post-pandemia, como el diseño de cámaras aisladas o de descompresión, que permiten una transición más suave entre el exterior y el interior de la vivienda asociado a la seguridad no solo física sino también psicológica.

Lo cierto es que es un sector que se alimenta de “por si acasos”, y de eso, actualmente, hay de sobra. Aunque con escepticismo, también se puede mirar al futuro con optimismo, y es que ante la llegada del Apocalipsis, tenga la forma que tenga, tendremos diversidad de opciones y podremos personalizar el refugio en el que recibir “el fin del mundo”.

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