Chapu Apaolaza: “Mi actitud es la de trabajar y ser feliz. Creo que eso casa bastante con la filosofía de Ernest”

  • El nuevo Director de PR y Asuntos Públicos de la agencia habla de su nuevo puesto, censuras, espíritu gaditano y lobby
  • Apaolaza compaginará su trabajo en Ernest con su conocida tarea como opinador y analista en medios de comunicación
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Cuando se despide después de leer, sobre las 23:30 de la noche, su colaboración diaria en La brújula, el programa de información y opinión de Onda Cero, Chapu Apaolaza lo hace con la fórmula: “Siempre amanece”, pronunciada en un tono entre guasón y esperanzado.
Así lo hizo en la noche del pasado 10 de enero y al día siguiente, en efecto, amaneció. Y más o menos a la hora en que lo hacía llegaba el comunicado que informaba de la incorporación de Apaolaza a Ernest como Director de PR y Asuntos Públicos.

Lo primero que comenta es el buen ambiente que hay esa mañana en la agencia

Unas horas después de que se hiciera pública la noticia, charlamos con el nuevo miembro de la plantilla de la compañía que, el pasado noviembre, pusieron en marcha Pablo Alzugaray, Abelardo Bethencourt y Nacho Guilló
En una conversación con Apaolaza por teléfono lo primero que nos comenta, después de saludar, es el buen ambiente que hay esa mañana en la agencia.

Después, hablamos de las razones que le han impulsado a aceptar la oferta de Ernest, de la oportunidad que este trabajo le ofrece para encauzar la comunicación de organizaciones y compañías a las que los mecanismos de censura actuales tienen algo orilladas y silenciadas y de las eventuales situaciones de conflicto profesional que le puede plantear la doble faceta de opinador en medios, que mantendrá, y profesional de agencia que trabaja para clientes. También, de su sobrevenida idiosincrasia como euskaditano y del hecho de que como opinador, “se me ve mucho el plumero”, que, añade es para lo que cree que le pagan.

La calidad de la tripulación

RW.  ¿Por qué has dado este paso profesional que supone, en bastante medida, un cambio de dirección con respecto a lo que has venido haciendo hasta ahora?

En realidad, mi parte opinativa en los medios de comunicación, es decir, mis columnas y mis colaboraciones, van a seguir adelante. No me corto la coleta en los medios de comunicación. Luego, el hecho del porqué: primero, el proyecto es una maravilla, y el equipo también. Cuando te vas a embarcar en algo, que lo hagas o no depende de la tripulación, y en este caso es imposible no embarcarse. Gente como Abelardo, como Nacho y, sobre todo, como Pablo, tienen una experiencia y un espíritu que hacen muy difícil resistirse a la tentación de empezar un proyecto con ellos. 
Sobre la  la comunicación y los asuntos públicos, es decir, el área de la que me voy a ocupar después de muchos años trabajando del otro lado -aunque en realidad no sé si hay otro lado…-, se hace cada vez más interesante por lo siguiente: según la reflexión que yo hago de la sociedad, estamos en un momento en el que los sesgos, la polarización de los mecanismos censores, como la espiral del silencio o la cultura de la cancelación, hacen cada vez más importante y necesario que a las organizaciones, a los sectores, a partes de la población y a las empresas se les ayude a tener una relación sana y honrada y posible con la ciudadanía, con los decisores y con el poder político. 
Hay un porcentaje amplio de sectores empresas y colectivos que prácticamente están orillados y silenciados. Entonces es muy interesante que puedan salir a la sociedad a decir y comunicar legítimamente quiénes son y qué hacen. Con lo cual esa función o tarea heroica que, según la leyenda, se nos atribuye a los periodistas, no es exclusiva del periodismo. Hay mucha tarea por hacer también en el ámbito de la comunicación y los public affairs

RW. Ese orillamiento y silenciamiento que mencionas, ¿a qué crees que se debe? ¿Es por culpa de ellos? ¿Es porque la sociedad no les da cauces para expresarse sobre ciertos temas?

No creo que sea culpa de las organizaciones o colectivos silenciados, sino que cada vez funcionan de una manera más efectiva, desgraciadamente, la cancelación y la censura. En otros tipos de sociedades que no son democracias abiertas como la nuestra, ya se sabe quién ejerce la censura. Es decir, hay un poder que controla quién habla y quién no. Los nuevos fenómenos de censura son mucho más complejos. 

“Hay una parte de la sociedad que, por la razón que sea, molesta a otra, y esa consigue que las organizaciones cedan a sus censuras”

Lo que sucede en muchos casos es que hay una parte de la sociedad que, por la razón que sea -normalmente hablamos de criterios, visiones del mundo, creencias o temas morales- molesta a otra, o molesta a una minoría, y esa minoría consigue que las organizaciones cedan a sus chantajes y censuras y borren del mapa a mucha gente. En otro tipo de sociedades dictatoriales o autoritarias sabes quién te censura y puedes luchar contra ese poder. En este caso, el poder censor es mucho más difuso, tiene que ver con lo que se supone que son las mayorías en una sociedad avanzada. Y eso, muchas veces, no se corresponde con la realidad, pero ejercen un poder basado en ser bien intencionados, aunque en realidad tienen efectos terribles.

Reformular el debate de la tauromaquia

RW. Es verdad, como dices, que lo del “otro lado” es relativo pero, ¿alguna vez habías pensado en la posibilidad de trabajar en una agencia o departamento de comunicación?

No es algo que me hubiera planteado como un proyecto profesional, Sí que había estado en algunas ocasiones en este lado de la comunicación, y en los últimos tiempos sí había tenido, pese a que no era mi desempeño fundamental, un trabajo o tarea en ese sentido. Durante cinco años me he encargado de rehacer, reformular y cambiar el marco y repensar el debate acerca de un tema muy complejo que hay en nuestra sociedad, uno de los más complejos, que es el asunto de la tauromaquia

[Apaolaza se refiere aquí a su etapa como portavoz de la Fundación Toro de Lidia].

Pero en realidad no lo había pensado como proyecto profesional. Es cierto que que yo, para ser vasco, tampoco es que haga muchos planes, ¿sabes? Es decir, los vascos siempre tenemos, o dicen que tenemos, una hoja de ruta que seguimos a pies juntillas. Y en ese sentido, yo, después de vivir en Cádiz unos años y participar allí en la fundación de un periódico con Vocento, me he hecho bastante euskaditano si me permites la expresión

RW. Esto de los planes nunca lo había oído. O sea que, según ese tópico, los vascos sois de tener un plan de carrera muy estipulado de antemano…

No cumpliré con otros estereotipos, pero en mí si era cierta esa cosa de que uno empieza su carrera profesional con unas metas, unos planes, y una hoja de ruta que tiene que seguir al 100%: voy a llegar hasta aquí y después aquí… Y ya uno se ve, prácticamente, jubilándose. Pero en mi experiencia biográfica tuve la suerte de aterrizar en Cádiz, en el equipo fundador de La Voz de Cádiz, que fue el primer periódico que fundó Vocento y, al conocer a los gaditanos, entró en mí ese espíritu distinto, con el que uno va navegando la vida según según viene, se aleja un poco de esos planes que son siempre tan rígidos y que generan un poco de dolor. Yo creo que en Cádiz uno aprende que su plan es una posición en la vida y una actitud.

Mi actitud es la de trabajar y la de ser feliz, y al fin y al cabo creo que eso casa bastante con la filosofía de Ernest.

 

Opinar y trabajar en una agencia

RW. ¿Crees que tu labor de opinión te puede plantear algún conflicto con tu posición en Ernest? 

Los conflictos de intereses siempre se terminan planteando en todos los ámbitos de la vida. Efectivamente puede llegar el momento en el que yo, desde el punto de vista de la opinión, no pueda tomar parte en un asunto polémico que se haya planteado en la agenda de la sociedad porque, al fin y al cabo, sea parte interesada en la comunicación o en la estrategia de ese asunto. Uno, cuando escribe, en realidad siempre tiene que estar mirando sus estándares éticos interiores. Es decir, aquí no hay un libro de estilo. Es cierto que cuando alguien pasa de la opinión a trabajar en temas de comunicación o de asuntos públicos o corporativos, hay una suspicacia automática entre los compañeros y entre parte de la ciudadanía y puede ser comprensible que en algún momento piensen: “Ahora nos tendremos que fiar de ti, ¿no?”. Mi respuesta siempre es la misma: “Antes también teníaís que fiaros de mí”.

RW. La oportunidad de ser un canalla siempre está ahí.

Efectivamente. Son dos mundos distintos. Es cierto también que mi opinión y mi firma como autor siempre ha tenido un punto de vista muy personal y literario, por el cual, si llega el momento -que no va a suceder- en que pierdo la cabeza y empiezo a utilizar mis columnas para servir a mis clientes, que no se preocupen mis lectores, que se darán cuenta al momento [ríe]. No va a haber problema.

RW. Te lo podrán señalar enseguida.

Desgraciadamente, soy una persona bastante coherente que explica su posición de una manera cristalina, y eso implica que cualquier cambio de esa posición sería sospechoso para mis lectores, que unos me leen porque están de acuerdo conmigo y otros porque están radicalmente en desacuerdo conmigo. Y a estos tampoco conviene defraudarlos.

“Mis lectores me conocen perfectamente, prácticamente mejor que yo, con lo cual no hay posibilidad de engañarles mucho”

RW. Estos te seguirán quizá con mucha más fidelidad…

Al que coge tu columna para decir “a ver qué piensa este miserable de esto, para pensar exactamente lo contrario”, tampoco me conviene defraudarle, es una desatención y es una descortesía eliminarle referencias, aunque sean negativas. Yo soy un columnista al que ya conoce todo el mundo que me ha leído. No soy muy popular, pero quienes son mis lectores me conocen perfectamente, prácticamente mejor que yo, con lo cual no hay posibilidad de engañarles mucho. Además, muchas veces la gente me reprocha que se me ve mucho el plumero. Yo siempre les respondo que a mí justamente me pagan para que se me vea el plumero, para que toda la gente sepa exactamente qué es lo que pienso y qué es lo que siento Eso es difícil cambiarlo, por mucho que yo tenga una relación profesional con tal o cual colectivo.

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La importancia de llamarse Ernesto

RW.  Los asuntos públicos y más concretamente el término lobby, son una disciplina que en España no tiene buena fama, quizá porque la gente no la entiende o no la conoce realmente Puede que haya que hacer un poco de evangelización y hablar de qué es eso y qué se puede conseguir, porque es una actividad perfectamente legítima que las organizaciones pueden desarrollar para defender sus intereses.

Hay mucho estereotipo y mucha rémora sobre sobre esta profesión que luego, en realidad, cuando uno la ve de cerca y desde dentro, no hay una razón de que eso suceda. Lo que puede ocurrir es que en España los asuntos públicos quizás no estén tan evolucionados como en otros países y, entonces, en la mente del ciudadano se recurra a los estadios más primarios, menos evolucionados y más cutres de los mismos. Es decir, que la gente piense, cuando le cuento que me dedico a los asuntos públicos, que esto es una cuestión de que yo influyo gracias a mis colegas o a mis contactos -lo que no tiene mucho sentido porque los amigos te pueden hacer un favor un día, pero pero no puedes basar tu actividad con tus clientes en eso-. Y otra es que los profesionales del lobby poco menos que meten bolsas con dinero en los maleteros de los coches de los decisores. Conforme avanzan los tiempos, y en un momento en el que afortunadamente se comunica mejor, confío en que esos clichés más o menos cinematográficos terminen decayendo.

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