Algoritmos racionales y decisiones éticas, según Arena Media

  • Laura Riestra, Research&Insights Manager de Arena Media, habla de las decisiones éticas que las máquinas tendrán que tomar un día
  • Inconscientemente dejamos que las máquinas tomen decisiones por nosotros. Quizás ha llegado el momento de salir de la rueda
Algoritmos racionales y decisiones éticas

La inteligencia artificial y el machine learning se han consolidado como las tendencias dominantes este 2018, por encima de ninguna otra. Por eso han sido los protagonistas de la quinta edición de Tech & Trends, el evento de Arena Media que cada año explora cómo los desarrollos tecnológicos están impactando la vida de las personas, las empresas y la sociedad.

Los algoritmos nos ayudan a tomar decisiones. ¿No deberían también tener en cuenta criterios éticos?

Pensemos en máquinas y algoritmos, que cada vez están más integrados en el día a día de las personas.

De manera inconsciente nos ayudan a tomar decisiones: qué camino seguir, qué contenidos consumir e incluso qué relaciones tener. Los algoritmos buscan la eficiencia y funcionan de manera racional. Pero, ¿no deberían tener también en cuenta ciertos criterios éticos? Esta es la pregunta que ha explorado Laura Riestra, Research & Insights Manager de Arena Media.

Las máquinas que deciden por nosotros

Ignacio Rivera, Director de Proyectos Estratégicos en Arena Media, ya lo dejaba caer durante el Tech & Trends del año pasado: llegará el día en que las máquinas decidan por nosotros.

Y es que, inconscientemente, dejamos muchas de nuestras decisiones a las máquinas. Decisiones que se basan en algoritmos racionales que nos permiten elegir mejor, e incluso que se mantienen como el know how de las compañías.

Si crees que las máquinas no deciden por ti, considera estos cuatro ejemplos:

  • Google Maps. Google cuenta tanto con la información de satélites como la que ofrecen los propios usuarios a través de sus dispositivos. A cambio nos ofrece... ¿La ruta más eficiente? En qué sentido, ¿tiempo? ¿distancia? Quizás también sea la ruta menos sorprendente.
  • YouTube. Los vídeos sugeridos de YouTube dependen de varios aspectos: el número de reproducciones, el consumo natural de esos vídeos, cuánto tiempo llevan activos... Pero no dejan de estar muy relacionados con lo que acabamos de consumir, manteniéndonos inmersos en un mundo de contenidos muy cercano al nuestro.
  • Spotify. La empresa no es solo una plataforma de música en streaming. También analiza comentarios, titulares, galardones de las canciones... Todo para hacer de Spotify algo más que una plataforma de distribución: un modelo más cercano al oráculo de descubrimientos. Piénsalo si no, ¿en qué se ha convertido tu lista de descubrimiento semanal?
  • Netflix. Lo mismo sucede con Netflix, que cuenta con un catálogo de contenidos que se mueven alrededor de nuestros gustos. Una información que utiliza, por ejemplo, para emplear una imagen u otra a la hora de vendernos una serie o película (conociendo las probabilidades que tenemos de consumirlo). Unos datos que también invierte para crear contenido local.

Esto es lo mismo que sucede con la publicidad. Somos impactados de manera continua por las reseñas de productos que queremos comprar, de las mismas marcas que, por defecto, ya buscamos. Por eso son contenidos irrelevantes, pero familiares en última instancia y que se encuentran claramente dentro de nuestro campo de familiaridad.

Los algoritmos también son buenos

Pero no todo es negativo, porque con los algoritmos también ganamos. Salimos ganando respecto a tiempo, rapidez, capacidad de almacenaje o certeza en la toma de decisiones minimizando los riesgos.

Vivimos rodeados de contenidos irrelevantes pero familiares

Son herramientas racionales que en el futuro tendrán que tomar decisiones éticas y morales. Y en ese punto es cuando entrarán los perfiles humanos que tendrán que atender estas acciones.

Esta aplicación de decisiones éticas, que ya se están produciendo en el campo de los coches autónomos, se ejemplifica con el dilema del tranvía. Un experimento que valora qué es más importante: la vida de una persona vs. la vida de cinco.

Un tipo de decisión que también ha sido retratada en la gran pantalla a través de la película “Yo, robot”, protagonizada por Will Smith.  

Por ese motivo es necesario contar con un equilibro entre personas y máquinas. Y así surgen nuevos roles en el mundo de la tecnología: historiadores, sociólogos, psicólogos o lingüistas.

Laura Riestra nos dejaba, en este sentido, con dos reflexiones finales:

  • No nos convirtamos en robots. Dejémonos sorprender. Salgamos de los árboles de decisión preestablecidos.
  • Si tenemos que alimentar a los algoritmos con nuestra moral y ética, quizás tengamos que reevaluarnos a nosotros mismos. Hacerlo para ser mejores personas.
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