Toni Nadal: “La excelencia no se improvisa en la final, se entrena cada día”

  • El entrenador de Rafa Nadal participó en el congreso LQDVI Corporate, de la Fundación Lo Que De Verdad Importa
  • Su discurso es un manifiesto sobre el carácter, la exigencia, la mejora continua y decir la verdad aunque duela

Cuando Toni Nadal sube a un escenario no necesita demasiado acompañamiento para captar la atención. Ni siquiera se apoya en una presentación de diapositivas para estructurar su narrativa. Le basta con un micrófono y una verdad que transmitirle a su público: la excelencia no se negocia.

Durante casi una hora, el histórico entrenador y tío de Rafa Nadal compartió una visión que va mucho más allá del deporte. Su discurso es un manifiesto sobre el carácter, la exigencia, la mejora continua y la importancia de decir la verdad aunque duela. Un mensaje profundamente humano y, a la vez, aplicable a cualquier disciplina: desde la alta competición, hasta la dirección de equipos o la estrategia empresarial.

Pudimos escuchar su filosofía de pensamiento en el primer congreso LQDVI Corporate, de la Fundación Lo Que De Verdad Importa. Un encuentro en Madrid que reunió a profesionales del mundo de la empresa con la premisa de difundir valores como herramientas emocionales para fortalecer el liderazgo, fomentar la cultura corporativa y reflexionar en torno a cuestiones sociales de relevancia. Así explicaba Pilar Cánovas, su Directora, la motivación de este encuentro a Reason.Why:

Toni Nadal, entrenador y preparador físico de tenis, abrió el congreso haciendo un repaso, espontáneo y sin guión aparente, por aquellos aspectos que él considera clave en su etapa como mentor del mejor tenista español de la historia. Disciplina, autoexigencia, respeto a los rivales, humildad y autocontrol fueron cuestiones que planteó desde el escenario. Y es que Toni Nadal ha conseguido que su fórmula de trabajo sea objeto de conferencias inspiradoras que trascienden lo deportivo.

En un contexto donde todo está medido por algoritmos, motivado por coachings que no terminan de impactar o gestionado desde dashboards repletos de métricas, Toni Nadal ofrece un enfoque casi contracultural.

La mejora como camino, no como objetivo

Una de las ideas más reiteradas a lo largo de su intervención fue la obsesión por la mejora. No como meta puntual, sino como forma de vivir. Toni Nadal lo repite de distintas formas, pero siempre con el mismo sentido: mejorar no es una ambición, es una obligación.

No concibo en la vida hacer las cosas hoy igual que ayer, ni mañana igual que hoy.

Y esta exigencia no se aplicaba solo a Rafa. En su exposición, Toni confiesa que no ha conocido la vida sin retos y que, desde el primer momento, entendió que el talento, por sí solo, no era garantía de nada. Que la única vía posible era hacer las cosas cada día un poco mejor que el anterior. Y así, según él, es como se construye un campeón.

Y lo ejemplifica con situaciones reales. Como aquella vez en la que Rafa sufría un dolor paralizante en el pie -derivado de su enfermedad del Síndrome Müller-Weiss- previo a un gran torneo. A pesar de la molestia, Toni le animó a dar su máximo; no para extenuar a su sobrino, sino para que entendiera algo esencial. En sus palabras: “Yo no puedo garantizarte que ganes. Lo que sí puedo garantizarte es que si juegas a pesar del dolor, te harás más fuerte. Y eso, quizá, marque la diferencia en el futuro.”

También recuerda cuando su sobrino ganó su primer Roland Garros. Aquella misma noche, mientras otros celebraban, él cuenta que redactó una lista con todo lo que Rafa no había hecho bien durante la final. “Le dije: has ganado, sí. Pero si el año que viene haces exactamente lo mismo, tranquilo… que no repites”.

Toni es de los que no celebran el resultado. Él celebra el proceso. La mejora. Lo que viene después.

Los mandamientos de Toni Nadal para construir talento

A lo largo de su intervención, Toni Nadal dejó definidas, de forma implícita pero muy clara, las que podrían considerarse las cinco reglas fundamentales de su método, que resumen una forma de liderar directa, firme y basada en principios. Una manera de formar personas antes que profesionales y una brújula útil en cualquier contexto de gestión del talento. El planteamiento puede parecer sencillo, pero resulta profundamente exigente en la práctica.

Verdad antes que motivación

“No se puede diseñar una buena estrategia si uno no es consciente de su realidad. Y si no eres autocrítico, rodéate de quien sí lo sea”.
La primera lección de Toni Nadal como entrenador no fue técnica, ni táctica. Fue una lección de percepción. De saber mirar con claridad, sin filtros, sin ego, puesto que la realidad -por cruda que sea- siempre va a resultar más útil que cualquier fantasía.

Lejos del discurso motivacional, optó por lo que considera imprescindible para diseñar una estrategia: ver las cosas como son

Durante la charla, Toni recordaba cómo antes de un partido importante contra un rival muy superior en casi todos los aspectos, le dijo a Rafa: “Tu drive es peor que el suyo, tu revés también, su volea es mejor y el saque, ni hablemos”. Lejos de buscar un discurso motivacional, optó por lo que él considera imprescindible para diseñar una estrategia: ver las cosas como son. “Yo le podía mentir. Pero en una hora, el resultado me dejaría en evidencia”.

Y este enfoque es radicalmente aplicable al mundo profesional: dirigir un equipo, lanzar una campaña o redefinir una estrategia sin un diagnóstico honesto, sin una mirada que identifique fortalezas y debilidades con precisión, trae inevitablemente peores resultados. Pero si uno no es capaz de hacer este ejercicio por sí mismo, Toni Nadal propone una solución muy sencilla (aunque incómoda): rodéate de alguien que sí lo sea, que tenga el coraje de decir la verdad. Porque nada frena más el progreso que una percepción inflada de uno mismo.

Hazlo bien cada día, no solo en momentos importantes

“Mi sobrino golpeaba cada pelota con la máxima intensidad. En cada entrenamiento. No esperaba a hacerlo en la final".
Para Toni hay una diferencia sustancial entre los buenos y los extraordinarios: la forma en que tratan lo cotidiano. Así, la clave del rendimiento no está en la épica de los grandes momentos, sino en el rigor del día a día. La final, dice, no es el lugar para aprender a golpear bien la pelota. Es el lugar donde recoges los frutos de haberlo hecho cientos de veces antes de manera excelente, cuando nadie miraba.

“Rafael siempre decía que entrenar conmigo era más difícil que jugar una final”. Y esa mentalidad es extrapolable a cualquier disciplina. En el trabajo, en los equipos creativos, en la toma de decisiones: la excelencia se entrena. Y esa preparación no está solamente en los grandes proyectos, sino también en las reuniones pequeñas, en los borradores, en la forma de responder un email, en cómo se revisa un detalle.

Esa constancia, casi monacal, es la que le permitió a Rafa Nadal competir, y ganar, en escenarios de presión extrema. Porque la intensidad ya era su costumbre.

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Exigencia de la mano del cariño

“Fui exigente con Rafael porque lo valoraba profundamente. Y le exigía porque sabía que podía dar más”. 
Uno de los grandes malentendidos que quizá existen en el mundo moderno es pensar que exigir es lo contrario de cuidar. Toni Nadal desmonta esa idea con una claridad aplastante. Para él, exigir no es castigar. Es confiar y demostrar, a través de la firmeza, que crees en el otro.

Eso sí, en su charla recordó cómo en la Academia de Rafa Nadal, que dirigió durante años, pedía a los entrenadores que fueran duros, pero nunca fríos. Que mantuvieran el listón alto, pero sin perder la empatía. Que fueran exigentes, pero que dejaran claro que esa exigencia no nacía del ego ni de la frustración: “Sed muy exigentes con los chicos, pero demostradles que esa exigencia nace de una gran estima”.

Esta filosofía tiene implicaciones profundas. Porque si la exigencia se transmite desde el respeto y la confianza, es más probable que se acepte como una oportunidad, no como una amenaza. Por tanto, la exigencia bien canalizada se convierte en una herramienta para empujar al talento hacia su mejor versión. Pero si se percibe como castigo, lo puede bloquear. Y en un entorno profesional, ocurre exactamente lo mismo: los equipos no rechazan que se les exija, lo que pueden rechazar es que se trate de una exigencia sin contexto ni afecto profesional.

En este sentido, Toni reflexiona sobre los jóvenes de hoy con una perspectiva que aplica tanto a los equipos emergentes como a las nuevas generaciones en las empresas: “No les faltan valores. Es la búsqueda de la inmediatez, la sobrevaloración personal y la falta de aguante, lo que marca la diferencia, lo que les conduce a la frustración. En mi etapa como director de la academia me pidieron que eligiera una frase para motivar a los jugadores”. La citada frase resume todo su pensamiento:

Nunca una excusa nos hizo ganar un partido.

En una cultura en la que cada vez cuesta más tolerar la incomodidad, Toni reivindica el valor del esfuerzo prolongado, la ausencia de excusas y la resistencia emocional como virtudes formativas. Porque sin esas cualidades, el talento se estanca. Y el carácter, sencillamente, no se construye.

La confianza no se regala

“¿Quién necesita engañar a su equipo? El que no confía en él. Yo siempre confié en Rafael. Por eso podía decirle la verdad”.
Uno de los pilares más poderosos del discurso de Toni Nadal es su forma de entender la confianza. Para él, no es un sentimiento difuso ni una cortesía profesional. Es un contrato tácito entre dos personas que trabajan juntas hacia un mismo objetivo. Y como tal, se cultiva, se pone a prueba y se va ganando. 

En el deporte, como en la empresa, muchos líderes caen en la trampa de suavizar sus mensajes para evitar incomodidades.

En el deporte, como en la empresa, muchos líderes caen en la trampa de suavizar sus mensajes para evitar incomodidades. Toni eligió lo contrario: decir siempre lo que creía que ayudaría, aunque no fuera agradable. Pero lo hacía desde un lugar de respeto, admiración y, sobre todo, profunda confianza en su sobrino. “Yo podía decirle todo porque sabía que me escucharía. Y él sabía que todo lo que yo decía era para ayudarle a ser mejor”.

En el ámbito profesional, esta filosofía se traduce en algo muy valioso: crear espacios donde la crítica constructiva no se interprete como ataque, sino como una muestra de compromiso. Y es que la confianza no consiste en evitar el conflicto, sino en atravesarlo en pro de un mismo objetivo. 

El carácter se entrena más que la técnica

“Es imposible dominar la pelota si no eres capaz de dominar tu voluntad. Y eso vale dentro y fuera de la pista”.
A lo largo de su carrera, Toni Nadal ha entrenado golpes, movimientos, decisiones tácticas… Pero, por encima de todo, entrenó una cualidad de gran relevancia: la voluntad. Para él, no hay técnica posible sin carácter. Y ningún talento resiste la presión si no ha desarrollado antes una estructura interior firme, capaz de sostenerlo.

“Como entrenador, hay una cosa que considero muy importante: la formación del carácter. Fui muy exigente porque el reto al que nos enfrentábamos era muy elevado, porque vi en mi sobrino a alguien capaz de soportarlo y por la estima y el aprecio que le tengo a Rafael”. La exigencia, de nuevo, se alinea aquí con la confianza. Pero el foco no está tanto en lo que uno hace, sino en cómo lo soporta, cómo se gestiona el error, la frustración, la presión, el cansancio. Esa es, según Toni, la diferencia entre los buenos y los grandes. Y cita a Goethe para explicarlo mejor: 

El talento se construye en la calma; el carácter, en la tempestad.

En el entorno profesional actual, donde las empresas lidian con la incertidumbre constante, cambios acelerados y tensiones internas y externas, esta reflexión tiene más vigencia que nunca. Porque la diferencia entre quienes navegan una crisis y quienes naufragan no siempre es el conocimiento o la experiencia. Es, muchas veces, el carácter. Algo que, como dice Toni, se entrena: en los días difíciles, en los proyectos que no salen, en los conflictos que se gestionan con altura, en las decisiones que se toman sin garantías o en la forma en que se asume la responsabilidad. Porque el carácter no es algo que se enseñe, pero sí se moldea con el ejemplo, con la exigencia bien entendida y con la voluntad de no rendirse cuando todo parece en contra.

Contra el fetichismo del dato y el exceso de complejidad

Durante su charla, Toni Nadal lanzó una crítica elegante pero demoledora al ecosistema actual del alto rendimiento: la obsesión por los datos, los equipos desmesurados y la ultraespecialización.

"Yo soy un entrenador bastante simple, no me complico la vida. Pero veo cómo otros si se la complican y entiendo que lo hagan para justificar su valor". Y es que Toni abandera una manera diferente de hacer las cosas, poniendo el foco en lo que él considera realmente importante y sin prestar demasiada atención a lo que califica de secundario. “Vivimos en un mundo de excesos y complicaciones y esto, a veces, confunde”

Para expresarlo, relató un par de anécdotas en las que dejó patente esta visión suya en torno a lo que él considera que son excesos deportivos. En una ocasión, Pep Guardiola le dijo que tenía a 51 personas en su equipo, encargadas de analizar cada golpe de un jugador profesional. Su reacción fue rotunda: “Yo le dije que a veces es mejor no verlos para no sufrir por el desastre que hacen”. Ironía que Toni también utilizó para hablar sobre los múltiples departamentos que hoy rodean a cualquier deportista: analistas de datos, psicólogos, coaches de respiración, asesores de visualización… “Se monitoriza el azúcar en sangre, el nivel de glucosa, la frecuencia del pulso… Y cuando pierden un partido, lo primero que preguntan es: ¿qué ha comido?”.

El entrenador de Rafa Nadal considera que la nutrición, aunque es buena para la salud, “no te hace ganar”. Y aquí enlaza con otra anécdota relacionada con la obsesión por el gluten free tras el éxito de Novak Djokovic. En 2011 el tenista dejó de comer gluten y, en paralelo, pasó del número 3 al número 1 del mundo, por lo que muchos asociaron su decisión nutricional con el consecuente éxito en la pista. Cuando Nadal recuperó el número 1, hubo un entrenador que quiso saber cómo lo había conseguido y le preguntó a Toni si también había cambiado su dieta. “Pues no lo sé. Come bastante sobrasada. Y ensaimadas. No le peso. No soy su padre”.
Pero sí es padre de un niño celíaco que también juega al tenis. “Es bastante malo, así que no debe ser cosa del gluten”, bromeó Toni para ahondar en lo curioso que le resulta el hecho de que un entrenador dé más valor a la comida que al entrenamiento.

“Lo complicado a veces no es saber más, es saber que no hace falta saber”

De igual modo puso sobre la mesa el factor tecnológico: “Hoy en día la tecnología nos aporta infinito valor y conocimiento, pero creo que estos datos funcionan si antes te has preparado bien”. La reflexión aquí es clara: el problema no es la tecnología, sino la pérdida de foco que puede provocar. Cuando lo accesorio se convierte en protagonista, lo esencial se difumina. Toni Nadal no niega la utilidad en este sentido, pero sí reivindica el criterio: “Lo complicado a veces no es saber más, es saber que no hace falta saber”. Y en el mundo del negocio, esta crítica tiene su espejo: departamentos de insights que se pierden en dashboards infinitos, estrategias basadas en microdatos que no ven el bosque y líderes que, en lugar de tomar decisiones, las procrastinan sufriendo la temida parálisis por análisis. 

“Mi sobrino llegó a ser buen jugador con los tres datos que yo le di”, continuó bromeando Toni: “Rafael, golpea la pelota lo más fuerte que puedas. Si es posible, tírala donde no esté el rival. Y que entre dentro de la pista”. 

Carácter, método y voluntad

El mensaje de Toni Nadal está dotado de una sencillez magistral. Pero no es cómodo, ni moderno, si bien puede resultar extraordinariamente útil en la práctica. Frente al discurso del éxito fácil, propone una ética del trabajo sin adornos. Frente a la comodidad del halago, propone la dureza de la verdad. Frente al brillo de lo accesorio, propone el valor de lo esencial.

“Nosotros crecimos con una idea muy clara: llegar lo más alto posible. Y para eso, hay que hacer cada día lo que toca. No lo que apetece”.

En tiempos de fórmulas mágicas y gurús con claim de marketing, escuchar a Toni Nadal es casi un acto de resistencia. Una forma de volver al sentido común. De recordar que lo que merece la pena, cuesta. Y lo que se consigue sin esfuerzo, rara vez se sostiene. Por eso, más que entrenador, Toni fue un formador de carácter para Rafa Nadal. Y eso  -en el deporte, en la empresa o en la vida- siempre será una gran ventaja competitiva digna de los grandes líderes. 

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