La generación Z se preocupa por el impacto de la inteligencia artificial en su trayectoria profesional, por cómo vestir para acudir a la oficina o por desconectar tras la jornada laboral. Y también se preocupa, a juzgar por los resultados de un nuevo estudio, por la forma en que el trabajo impacta en su vida sexual. 

Así lo indica un análisis reciente realizado por el portal académico EduBirdie entre 2.000 profesionales estadounidenses de la generación Z. Entre otras cosas, la investigación apunta que el regreso al trabajo presencial en la oficina, generalizado entre las grandes compañías, podría impactar negativamente en el equilibrio entre la vida laboral y personal y, por tanto, también en el aspecto sexual. 

El 47% de los encuestados apuntan que el trabajo en remoto ha mejorado su vida sexual, puesto que disponen de mayor tiempo y flexibilidad No obstante, el 37% aseguran que no han experimentado cambios, mientras que el 14% consideran que el teletrabajo ha contribuido a un empeoramiento. 

El 31% de la muestra considera que el retorno a la oficina afectará negativamente a su vida sexual, al implicar tiempo de desplazamiento y horarios más rígidos. Sin embargo, un 29% opinan que podría impulsar sus relaciones, quizá alentados por las posibilidades que puede ofrecer la convivencia en persona en el espacio de trabajo. 

Preguntados por las razones, según el análisis de EduBirdie, los profesionales de la generación Z que ven positivo el impacto del trabajo presencial en su vida sexual alegan que les ayuda a aumentar su confianza, y que estar rodeados de otras personas les levanta el ánimo. Asimismo, también apuntan que trabajar en la oficina les ayuda a apreciar más el tiempo en casa y con sus parejas. 

Por otro lado, la nueva generación de talento parece predispuesta a romper el tradicional tabú del romance en el lugar de trabajo. La encuesta apunta que a un 38% de los profesionales de la generación Z les gustaría disponer de un espacio privado para encuentros casuales o disfrute personal íntimo.

La posibilidad, no obstante, no está exenta de riesgos. Normalizar el sexo en el trabajo podría abrir las puertas a distracciones físicas y emocionales y a problemas de productividad, pudiendo llegar a impactar de manera negativa tanto en el ambiente laboral y las dinámicas del equipo como en los resultados de negocio. 

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Del mismo modo, también plantearía mayores riesgos de situaciones no deseadas, como acoso o abuso, agravando una realidad hostil. Según el informe “Women in the Workplace”, de McKinsey & Company, las mujeres tienen más posibilidades de experimentar acoso sexual que los hombres, el 37% frente al 22%, cifras que crecen desde el 35% y 23% registrados en 2018. 

Los datos de EduBirdie se alinea con los de otra encuesta realizada por la farmacéutica ZipHealth en Estados Unidos entre 800 empleados y 200 directivos, y que también exploraba la relación entre trabajo y sexo. Concretamente, abordaba la posibilidad de disfrutar de “días de sexo”, es decir, tiempo libre dedicado a la intimidad y la vida sexual. 

Entre algunas de las conclusiones clave, señalaba que más de 3 de cada 5 empleados encuestados apoyan la idea de los "días de sexo", ya sean remunerados o no; y el 15% de los empleadores aseguran que implementarían "días de sexo". Además, uno de cada 5 empleados consideraría dejar su trabajo por uno que ofreciera "días de sexo".
La productividad se señala como uno de los beneficios de este tipo de iniciativas.