6 consejos para que se queden con tu cara

En el momento en el que la otra persona coge nuestra tarjeta de visita, pasa algo mágico. Acabamos de decirle cómo nos llamamos hace solo unos segundos pero ya no importa. Nuestro nombre queda en el olvido. Pero todo tiene solución.

Las tarjetas de visita molan. Y los regalos también. Si vamos a alguna feria o congreso, solo es cuestión de tiempo que nos llenen de bolis, pins, bolsas y gorros. Son cosas agradables, y que nos gustan, pero... ¿sirven realmente para algo?

 

En Business Insider hemos encontrado una lista con 6 consejos para conseguir que se queden con nuestra cara. Y el truco es simple: hacer lo que nadie se espera.  


 1. La base está en caer bien

 

Puede que no nos apetezca estar todo el día haciendo favores a la gente, ni que tengamos siempre ganas de llevar una sonrisa en la cara. Pero ahora bien, todos tenemos tiempo que no dedicamos a nada. Y no nos referimos al tiempo libre. 

 

Ese tiempo ‘inactivo’ es perfecto para que se lo dediquemos a hacerle un poco de caso a la gente que tengamos cerca. Por ejemplo, a nuestros compañeros de trabajo. 

 

Todos nos acordamos más de las personas que nos caen bien. “¡Mira, por ahí va ese tío tan majo! ¡Voy a saludarle!”.


 2. Nos gusta que nos tiren flores

 

Recibir elogios sienta fenomenal. Pero es que recibir elogios por algo que hicimos hace mucho, sienta aún mejor. Si le recordamos a alguien lo bien que hizo aquella gestión, y encima volvemos a felicitarle por ello, le tendremos en la palma de la mano. Muy relacionado con lo de caer bien, ¿no?

 

Es hacer la pelota, pero caritativamente.


 3. ¿Vienes recomendado?

 

Todos recibimos recomendaciones a diario. De páginas web, de productos o de empresas. Tenemos bastante confianza en lo que nos dicen las personas que nos rodean. 

 

Cuando contactamos con una persona porque alguien nos lo recomendó, es muy bueno que dicha persona lo sepa. “¡Ey, Pablo me dijo que eras un mecánico estupendo!”. Esto es un doble halago. Por una parte, nosotros confiamos en él. Y, por otra, Pablo también. 

 

Además, esto tiene varias connotaciones. Lo principal es que esa persona sabrá que valoramos su trabajo, pero también le haremos ver que respetamos su opinión y que confiamos en él. O en ella.

 

 4. Felicita las cosas que no se suelen felicitar

 

Si estamos en cualquier comercio y hay algún cliente de esos ‘molestos’, el dependiente tiene un problema de los gordos. Casi con total seguridad, el altercado se resolverá pacíficamente y todo volverá a la normalidad. 


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Ese dependiente no ha hecho nada espectacular, pero probablemente haya tenido que pasar un mal rato. Ni por asomo se espera que nadie vaya a felicitarle por haber resuelto la situación de una manera tan apropiada. ¿Por qué no lo hacemos nosotros? 

 

Y esto es solo un ejemplo. Cada día hacemos mogollón de cosas buenas, pero estamos tan acostumbrados a hacerlas, que no sentimos que estamos haciendo algo bien. 


 5. Arriesgarse es bueno

 

Este punto está muy ligado al anterior. 

 

Es vital que cuando una persona intente hacer algo diferente, intente mejorar, haya alguien que le empuje y que le apoye. Hacer algo distinto es correr un riesgo y, como cabe la posibilidad de fallar, hay que tener alguna garantía de que alguien va a recogernos cuando caigamos. El que lo intenta es un valiente.

 

 

6. Aunque no se lo merezca

 

“Ese chaval, el de la tercera fila, será un campeón cuando crezca un poco”. Frases como esta son el núcleo de la motivación. No nos vamos a morir por dar alguna que otra esperanza a alguien que lo esté pasando algo mal. 

 

Si vemos a alguien que está luchando, hay que darle motivación. Hay que hacerle saber que vemos algo en ellos que los demás todavía no ven. 


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