Abundancia, velocidad y “media confianza”: cuando el ruido apaga la claridad y borra el sentido de lo que vemos

Un fondo negro con ceros y unos blancos a modo de código

¿Alguna vez sientes que la avalancha de noticias te paraliza en lugar de ayudarte a entender? ¿Consideras que puedes confiar en lo que ves y lees cuando la inmediatez se antepone a la veracidad? ¿Crees que la velocidad con la que consumimos y olvidamos noticias debilita nuestra memoria individual y colectiva?

No pretendemos dar respuestas cerradas, sino invitar a las personas a hacerse más preguntas sobre aquello que les hacen ver, provocar un pensamiento crítico y generar consciencia en el entorno mediático que habitamos. 

IN REAL LIFE es un proyecto de Arena, que nació a principios del 2024, en el que buscamos entender cómo los medios configuran la realidad en la que vivimos para comprender cómo hemos llegado hasta aquí. En este quinto capítulo, junto al laboratorio de investigación cultural Célula Lab, exploramos cómo vivir rodeados de noticias, datos, pantallas y mensajes no solo nos informa, sino que también nos satura. Una saturación que influye en cómo entendemos lo que ocurre a nuestro alrededor y en cómo reaccionamos o dejamos de reaccionar ante la realidad. Estos comportamientos tienen una implicación directa en el papel que asumimos como ciudadanos dentro del ecosistema de la información, ya sea a la hora de distinguir lo verdadero de lo falso o cuando tenemos que decidir qué compartir y en qué confiar.   

Hoy en día, la abundancia no es solo abundancia, es exceso. En 2019 habrían hecho falta más de 7 años para ver todo el catálogo combinado de Netflix, Amazon Prime y HBO. Y si imprimiéramos todo el contenido creado en Internet hasta 2016, tardaríamos 23,8 millones de años en leerlo.  

Nuestra mente ya no puede absorber, organizar ni discernir todo lo que nos llega. Lo que debería expandir nuestro conocimiento termina erosionando nuestra claridad y nuestra calma, porque el cuerpo tiene límites y la atención también. 

El exceso de información tiene consecuencias en nuestra salud mental y en nuestra salud colectiva. Según la Universitat Oberta de Catalunya, el 35% de los españoles evita las noticias y el 36% lo hace por salud mental. Además, basta observar la repetición sistemática de violencia en los medios: homicidios, secuestros, conflictos armados, delitos, suicidios… generando que las personas nos sintamos saturadas y anestesiadas, pero a la vez inquietas ante tanto ruido que hace perder el sentido. 

El psiquiatra Augusto Cury llama a este fenómeno síndrome del pensamiento acelerado: demasiadas ventanas mentales abiertas, demasiados estímulos, demasiada velocidad para mentes que necesitan tiempo y pausas para construir criterio. 

Sin reflexión no hay autonomía, ni pensamiento crítico, ni ciudadanía consciente. No necesitamos parar el mundo, pero sí crear refugios de lentitud. Espacios para procesar, comprender y decidir. La inteligencia no está en correr, sino en elegir cuándo detenerse. 

El periodismo no nació en un contexto de urgencia. El primer diario inglés, The Daily Courant (1702), cabía en una sola página y la publicidad estaba en el reverso. Su directora Elizabeth Mallet, no añadía artículos de opinión con observaciones acerca de las noticias que publicaba, ya que suponía que sus lectores tenían la capacidad de reflexionar por sí mismos. Desde entonces, la aceleración tecnológica ha cambiado el modelo informativo. 

De la imprenta a la radio, de la televisión a Internet y el móvil, cada avance ha acelerado la producción y el consumo de noticias. A lo largo del siglo XX, con la entrada de la radio y la televisión, se podían emitir las noticias en tiempo real y se comenzaron a distribuir ediciones vespertinas o boletines extra. En 1980 se creó el primer canal informativo en EE. UU., la CNN y con ella, la emisión de noticias 24h. En los 90, se consolidó este formato de “minuto a minuto”, y a partir del 2007, el móvil con cámara convirtió a cualquier ciudadano en reportero potencial. El instante y la velocidad son la tónica habitual. 

Cada avance ha empujado al periodista a competir por ser el primero, incluso cuando “ser el primero” significa ser menos riguroso. Actualmente, la noticia nace en X o en TikTok antes que en una redacción. La verificación llega tarde y a veces nunca llega, provocando que la verdad, el corazón del periodismo, compita con la velocidad.

El pacto social entre medios y audiencia está fracturado. En ese vacío surgen nuevos mecanismos: notas comunitarias, botones de “he detectado un error”, llamadas a espectadores para verificar sucesos… Por lo que todos somos corresponsables de cómo construimos nuestra realidad y la de los demás. 

El objetivo de Arena es seguir explorando, porque si vivimos en un mundo donde se premia la velocidad, nuestro reto no debe ser “desconectarnos”, sino recuperar el control para dejar de consumir información al ritmo al que se deshace. 

La claridad también se entrena y, en el fondo, no se trata de estar conectados a todo, sino de conectarnos mejor. No ser los primeros en adquirir la información, sino ser capaces de entenderla y procesarla. No sumarnos al ruido, sino elegir qué merece nuestra atención y nuestro tiempo. 

Quizá la clave esté en reivindicar la necesidad de pensar despacio, porque sin pausa no hay buen juicio, y sin juicio no podemos construir una verdad común basada en el criterio y el rigor. 

Sobre Arena Media

Compañía líder en comunicación integrada y medios, con más de 20 años de trayectoria. Es la única agencia de medios española en el top 50 de los rankings WARC Media 100 y WARC Effective 100 de 2024. Arena destaca por su actitud para explorar, acelerar y provocar conexiones únicas y relevantes entre marcas y personas para generar un impacto positivo en sus vidas, su negocio y la sociedad.