“Miedo a cagarla” ¿Hasta dónde y cómo influye el temor en el trabajo creativo?

  • El Club de Creativos investiga sobre esta emoción en el informe “300 milisegundos. El miedo en el proceso creativo”
  • Sus contenidos incluyen Boo!, un asistente impulsado por IA con el que se puede dialogar sobre el miedo en creatividad
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Miedo a cagarla. En eso puede resumirse todo. 

El miedo es una emoción primaria de los seres vivos y una herramienta bastante útil para la supervivencia. Impide enfrentarse a una leona hambrienta armado solo con un cortauñas, por ejemplo. Centrándonos en escenarios quizá menos cargados de aventura, el miedo también se da en el ámbito de la creatividad publicitaria y los temores inherentes a la actividad pueden expresarse de manera gráfica y precisa con esa coloquial y muy utilizada locución: miedo a cagarla.

Así lo recoge el informe “300 milisegundos. El miedo en el proceso creativo. Aprendizaje y respuesta” que ha publicado el Club de Creativos y que define en un comunicado como “un viaje por una de las emociones que más objeto de atención han despertado. Queremos entender cómo funciona el miedo para aprender a compartirlo y gestionarlo juntos. Creativos y anunciantes nos necesitamos para avanzar”. La inclusión de los 300 milisegundos se debe a que ese es el tiempo que tarda el cerebro en reaccionar ante una situación que produce temor. 

El informe surge a partir de la reflexión del último Día A, según la cual el miedo es el mayor limitador de la creatividad

El informe surge a partir de las reflexiones de la última edición del Día A, la jornada de trabajo y aprendizaje en la que el c de c reúne a creativos, anunciantes y planners, y en la que se señaló el miedo como el factor más limitante de la creatividad. 

El estudio, que ha sido realizado por el club y la consultora Prodigioso Volcán, hace un exhaustivo recorrido por diferentes aspectos del miedo; desde los procesos neuronales y emocionales que se relacionan con él hasta los síntomas físicos que produce, pasando por la existencia del toxoplasma gondi, un microorganismo que lo inhibe y puede provocar reacciones positivas o negativas.

El informe también presenta Boo!, un asistente virtual impulsado por inteligencia artificial que cuenta con todos los datos del estudio para poder establecer un diálogo sobre el miedo con su usuario. 

Los profesionales citados en el estudio están de acuerdo en que, como señala Ana Robledo, Directora de Marketing en Pikolín, “el miedo es absolutamente necesario para retarse y conseguir cosas diferentes”; o como dice Mariano Casares, de Orange, ambas partes tienen que apostar “por un proceso compartido para transmitir bien nuestras ideas, para saber compartir nuestros miedos y lograr ser disruptores”.

Cosas importantes que se ponen en juego

Esta visión estimulante del miedo se suma, sin embargo, a una realidad indiscutible: es cierto que la creatividad publicitaria no es una actividad de riesgo y un fallo no genera tragedias. pero hay anunciantes que se juegan grandes presupuestos y su reputación en sus campañas; hay responsables de marketing y comunicación
que se juegan su cargo y la confianza de sus superiores; y hay directores creativos y empleados que al plantear una idea y desarrollarla se juegan el sueldo y el futuro y la reputación de la agencia. Además de que existe un consumidor al otro lado que merece el respeto de ambas partes. 

Aurora Michavila, consultora especializada en miedo escénico y entrenadora para hablar en público, es otra de las profesionales con las que se ha contado en la realización del informe y ofrece una vía de solución al dilema: "Tememos al fracaso y pensamos que no tiene vuelta atrás. Lo más importante es que en el mundo creativo no somos neurocientíficos ni cirujanos, no salvamos vidas. Relativicemos. Un error es algo que hemos probado y no ha valido, pero no tiene por qué ser negativo. Eso sí, antes de hacer algo, nos lo tenemos que pensar mucho. Hagámonos más preguntas, preguntas más fértiles. Una mala pregunta te lleva a una mala respuesta”.

Los diez grandes miedos

Michavila ha participado también en el comentario de una de las partes más representativas del estudio: aquella en la que se definen los diez grandes miedos que sobrevuelan e inciden en el proceso creativo. Son los que se enumeran a continuación, acompañados de algunas de las ideas que sobre ellos apunta el informe.

  • El miedo a no contarlo bien

Una idea aparentemente maravillosa no es tan buena si al contarla no se entiende. “Hay que saber defender una campaña, pero lo importante es que sea entendida por todos los estamentos, desde marketing hasta el Presidente de la compañía”, dice el informe

  • El miedo a no ser original

El miedo a no haber creado algo distinto a lo que ya se ha hecho antes ha existido siempre entre anunciantes y creativos. Pero ahora se puede desactivar en segundos. Las herramientas de búsqueda en internet informan rápido sobre si la idea que se ha creado ya se le había ocurrido a alguien antes. Y si es así, empieza un nuevo miedo: hay que pensar en algo nuevo, y en hacerlo rápido.

  • El miedo al aburrimiento

El entorno creativo no es compatible con la monotonía, los profesionales que se mueven en él suelen ser personas deseosas de vivir nuevas experiencias, pero puede llegar un momento en que el aburrimiento llegue y hay personas, los muy extrovertidos, por ejemplo, que lo soportan especialmente mal. “Da igual nuestra posición, debemos saltar al campo a divertirnos. Siempre. Pensemos que la presión la tienen otros”.

  • El miedo a ser irrelevante

El informe habla aquí de la importancia de tener fe en uno mismo y no querer buscar una personalidad que nos parezca exitosa para duplicarla; y cita a Aurora Michavila, que resume así este temor: “No debe preocuparnos quedarnos obsoletos, no podemos estar al día de todo, hay que elegir las batallas en las que participamos. Puedo no estar actualizado y encontrar fórmulas para no ser irrelevante. Esto último debe inquietarnos más”. 

  • El miedo escénico

Es uno de los miedos más comunes, el temor a exponerse a una audiencia a la que hay que presentar unas ideas y quedarse en blanco, explicarse defectuosamente… Aquí Michavila hace mucho hincapié en la importancia de la preparación: “No significa ensayar más. Preparar bien una intervención es saber del tema, saber por qué lo que vas a contar
es relevante para las personas que tendrás delante, tener claro el objetivo y que la propuesta que llevas va a convencer al otro, y también viajar antes a los miedos del otro”. 

  • El miedo a lo virtual

Hay personas encantadas con el teletrabajo, pero también hay profesionales del anunciante y de la creatividad a los que la distancia que impone la pantalla les produce miedos e inseguridades y echan de menos la presencialidad para hacernos valorar, para vender ideas y para tener más cercanía en la comunicación.

  • El miedo al fracaso

Este es un miedo motivador porque puede llevar a hacer un esfuerzo para resolver un problema y así encontrar la solución adecuada. Pero a la vez hay que relativizar: si se presenta una idea y no gusta, “nadie se va a morir”, por expresarlo coloquialmente. Las consecuencias no son tan graves y, normalmente, se puede intentar de nuevo.

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  • El miedo a la evaluación

Esta situación tiene dos caras: por un lado, aunque la creatividad puede ser una herramienta útil para mejorar el bienestar psicológico, también implica el riesgo de aumentar el miedo a la evaluación; por otro, las personas que confían en su capacidad para generar producciones creativas tendrían menos miedo a los juicios negativos de los demás. La clave que propone el informe es multiplicar la confianza en las capacidades propias. 

  • El miedo a ser rechazado

Compartir ideas, circunstancia inherente al trabajo creativo, implica exponerse al rechazo o, visto desde el otro lado, querer encontrar siempre la aceptación, no ya solo del cliente, en el caso del creativo, sino del compañero que se sienta a su lado. Ese miedo al rechazo/deseo de aceptación puede ser también un estímulo a la creatividad y a hacer un buen trabajo.
“De esto habla este estudio”, se dice en el propio informe, “que pone el foco en la relación entre el potencial creativo y la creatividad en la vida real. Según los resultados de la investigación, esta sinergia es más fuerte cuando las personas cuentan con una identidad creativa alta y temen recibir una evaluación negativa. ¿Paradójico?”.

  • El miedo a fallarse a uno mismo

El miedo a decepcionarnos a nosotros mismos, a no estar a la altura de nuestras propias expectativas, puede ser mayor que el que genera la posibilidad de la equivocación o la falta de ideas. Aunque, de nuevo, puede ser el detonante para pasar a la acción.

Más info.: “300 milisegundos. El miedo en el proceso creativo”

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