Ikea lanza una campaña sin mostrar productos, con el precio como símbolo de los cambios en la vida

  • “Wherever Life Goes” hace de uno de los símbolos más reconocibles de la marca una herramienta de storytelling
  • La sobreimpresión del precio se convierte en un reflejo de los momentos vitales que modifican la relación con el hogar

La sobreimpresión del precio en las imágenes de los productos de Ikea es uno de los elementos más icónicos de la marca sueca. Pero ahora abandona temporalmente su función comercial para asumir un nuevo papel: convertirse en el hilo conductor de historias sobre la vida y sus inevitables transformaciones. Bajo el lema “Wherever Life Goes” (A donde vaya la vida) la nueva campaña creada por la agencia Åkestam Holst NoA, presenta la etiqueta como el reflejo de esos momentos que exigen que el hogar evolucione.

“La vida cambia constantemente. Nos mudamos juntos, nos separamos, tenemos hijos, cambiamos de trabajo o descubrimos nuevas aficiones. Pase lo que pase, el hogar debe poder acompañar ese movimiento”, explica Jonas Westberg, Marketing Communications Leader en Ikea Suecia.

Con esta nueva plataforma de marca, Ikea no muestra muebles, sino el tipo de situaciones cotidianas que modifican la manera en que se habita el espacio doméstico. Así, los precios aparecen sobre imágenes de un beso a punto de ocurrir, la gestación de unos gemelos o los primeros pasos de un bebé. 

 

 

 

 

 

Para Michal Sitkiewicz, Director de Arte en Åkestam Holst NoA, esta campaña permite resignificar un símbolo habitual de la marca: “Una etiqueta de precio es algo simple, pero puede capturar el instante que da origen a un cambio. Un beso puede ser solo un beso, o puede ser el inicio de una relación que te obliga a replantear tu casa”.

El trabajo se apoya en una producción cuidada que incluye piezas audiovisuales y una campaña en medios integrados liderada. La narrativa visual, el tono introspectivo y el uso delicado del diseño gráfico refuerzan la intención de hablar más de vida que de mobiliario.

 

 

 

 

Este giro estratégico de Ikea hacia un relato de marca que sitúa a las personas y sus momentos en el centro, deja en segundo plano la presencia del producto y, en lugar de reforzar el catálogo, la campaña se centra en la dimensión emocional de lo cotidiano y en cómo acompañar al cliente. 

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