La inteligencia artificial es el nuevo compañero de trabajo en muchas empresas pero, lejos de elevar la productividad, la está minando en la mayoría de los casos. Así lo advierte un nuevo estudio liderado por la Universidad de Stanford y BetterUp Labs, que pone nombre al fenómeno: workslop, o trabajo en vano.
La palabra, mezcla de work (trabajo) y slop (desperdicio), define el contenido creado por herramientas de IA generativa que aparenta ser trabajo válido pero, en realidad, carece de sustancia, contexto o utilidad real. Y sus efectos ya son cuantificables: el 40% de los trabajadores encuestados en Estados Unidos aseguras haber recibido workslop en el último mes. Cada vez que ocurre, esto implica una pérdida media de 1 hora y 56 minutos de trabajo.
Para una compañía de 10.000 empleados, esto supone más de 9 millones de dólares anuales en productividad perdida, lo que cuestiona los prometidos beneficios de la adopción masiva de esta tecnología.
Más allá del impacto en el tiempo, el efecto emocional es notable. Un 53% de los empleados se sienten molestos al recibir este tipo de contenido, y un 42% dicen haber perdido confianza en quien lo generó. Además, muchos admiten que ver a un compañero recurrir a este tipo de herramientas para determinados proyectos, les hace percibirlo como menos inteligente, creativo o competente.

Un atajo que genera más carga
El auge de herramientas como ChatGPT ha facilitado la creación de correos, presentaciones, resúmenes o informes con apariencia profesional. Pero no siempre están bien orientados o contextualizados. Lo que en apariencia es eficiencia, se convierte en una carga añadida para quien recibe el contenido y debe rehacerlo o interpretarlo.
“Crea una situación donde tengo que decidir si reescribo el contenido, le pido que lo rehaga o simplemente lo doy por bueno… Es más mentalmente agotador de lo que parece”, explica un directivo del sector financiero citado en el estudio.
En muchos casos, el workslop no se limita a compañeros del mismo nivel: un 18% de los trabajadores admiten haber enviado este contenido a sus superiores, y un 16% dicen haberlo recibido desde puestos directivos.
Así, la proliferación de IA en el entorno corporativo no siempre va acompañada de resultados. Según el MIT Media Lab, el 95% de las empresas no están obteniendo un retorno medible sobre su inversión en IA. Y el uso superficial o indiscriminado de estas herramientas puede ser una de las razones principales.
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El workslop representa, por lo tanto, una forma moderna de "externalización cognitiva": el trabajador transfiere el esfuerzo intelectual no a una máquina, sino a otro humano que debe encargarse de corregir y aportar el valor real que el sistema no ha generado.
Desde Stanford y BetterUp Labs recomiendan que las organizaciones desarrollen políticas claras de uso de la IA, establezcan estándares de calidad e incentiven lo que denominan "adopción con propósito".
“La IA no debe ser un atajo ni una forma de evitar el trabajo, sino una herramienta para colaborar mejor”, señalan los autores. “Es responsabilidad de los líderes modelar un uso reflexivo y con intención”.
También proponen clasificar a los trabajadores según su mentalidad frente a la IA:
- Los pilotos: empleados con alta autonomía y optimismo, que usan la IA para potenciar su creatividad y alcanzar objetivos.
- Los pasajeros: aquellos con menor iniciativa, que recurren a la IA como vía de escape para tareas que no desean abordar.
No se trata de prohibir el uso de estas herramientas, sino de incorporarlas al flujo de trabajo de manera deliberada, asegurando que suman, no restan.
En un momento en el que las empresas buscan eficiencia y transformación, el uso indiscriminado de IA puede convertirse en un freno más que en un acelerador. El reto no es adoptar la tecnología, sino hacerlo con criterio. Y si el trabajo generado por IA no mejora la colaboración ni los resultados, simplemente no está cumpliendo su promesa.