Coches súperinteligentes, para personas que no lo son tanto

Es bien sabido que en España los semáforos tienen tres colores: verde, rojo, y correqueseponerojo. Con los coches inteligentes vamos a tener que ir cambiando este concepto; por mucho empeño que pongamos, el coche acabará mandando casi más que nosotros. 

Sentarnos en la parte de atrás a echar una cabezadita mientras nos dejamos llevar por el `piloto automático´ de nuestro coche es el sueño de muchos. Pero si nuestro vehículo es `inteligente´, cumple las órdenes que le damos con nuestra voz, y además cuenta con total conectividad y algo de autonomía, a lo mejor nos dan ganas de darle una vuelta a eso que dicen los de BMW de “¿Te gusta conducir?”.

 

En 1961, un tal Yuri Gagarin se convirtió en el primer ser humano en viajar al espacio, gracias a la tecnología de la NASA. Cualquier smartphone de los que utilizamos todos los días es 10 veces más potente que el mayor superordenador que tenían por entonces, y nosotros nos dedicamos a matar cerdos verdes tirándoles pájaros.  Menos mal que la tecnología ha puesto por fin el punto de mira en la industria del automóvil, para que podamos pensar por fin en cosas serias, como ir al trabajo en algo parecido a una nave espacial con parabrisas.

 

Austin, en Texas, es la encargada este año de alojar el congreso SXSW 2013 (South by SouthWest), en el que empresas como Audi, Google o Ford han presentado los principales avances que la tecnología tiene reservados para revolucionar la manera de transportarse de millones de personas. El pilar básico a partir del cual las empresas automovilísticas quieren evolucionar es el de aplicar a los propios coches los valores que se mueven fuera de la industria, como la conectividad o las redes sociales.

 

Que nuestro coche tenga su propio `cerebro´ no es solo cuestión de comodidad o diversión. Los fabricantes también tienen en cuenta las enormes ventajas en materia de seguridad que supondría el conducir un medio de transporte que pudiera tomar pequeñas decisiones de manera autónoma. Que se nos avise si algo entra en los `puntos ciegos´ de nuestro vehículo, o conocer el tráfico y los semáforos mucho antes de verlos con nuestros propios ojos son sólo algunos de los beneficios que la tecnología puede ofrecernos, si la conjugamos con el mundo del motor.

 

Por supuesto, como demostró Audi en el CES (Consumer Electronic Show) del pasado mes de enero, las distracciones que sufrirá el conductor por culpa de todo este chaparrón de tecnología se han reducido al máximo. La alianza con la archiconocida Google, aparte de posibilitarnos utilizar Google Maps y todas estas cositas que tanto nos gustan, añade el asistente de voz característico de la compañía en nuestro coche, para que tengamos las manos donde tienen que estar en todo momento.

 

 

Se ha hablado de que el hardware que se utilizará para incluir toda esta tecnología en nuestros automóviles podría diseñarse de manera externa, es decir, como si fuera un accesorio para nuestro coche. Si esta idea sigue adelante, en un futuro podremos intercambiar un dispositivo con otro sin tener que cambiar el coche completo. De momento esto son solo suposiciones, así que tendremos que esperar para ver si realmente podremos programar el coche igual de fácil que si cambiáramos la funda del iPhone.

 

Los avances en la industria del automóvil realmente son cada vez más necesarios, ya que problemas como el encarecimiento del petróleo o las reticencias por parte de los conductores de cambiar de coche empiezan a quitar el sueño a los responsables de las grandes compañías. “La tecnología puede suplir las carencias de las personas y hacer los vehículos más seguros, además de convertir los automóviles de un medio de transporte a una plataforma para disfrutar conduciendo”, afirmó Anupam Malhotra, Manager de `Conexión en Vehículos´ de Audi.

 

Que nuestro coche tenga más aplicaciones que nuestro smartphone, más música que nuestro reproductor y que además esté conectado con semáforos y con los demás coches puede parecer muy atractivo, pero también es cierto que, mientras los precios reales de esta tecnología tan golosa no sean públicos, debemos pensar que aún faltan unos cuantos años para que nuestro coche nos salude con un “Buenos días, Michael”.

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